Historia de la Villa y Corte de Madrid . acertó áechar mano para ministro en París de un genovés llamado don Jerónimo de Grimaldi,marqués del mismo título, y éste por último entró en negociaciones tan amistosas conel duque de Choiseul, que renunciando á su independencia, puede decirse que se some-tió enteramente á su voluntad. Propuso lo primero la unión marítima de las dos poten-cias, con el fin de asegurarse mutuamente sus posesiones ultramarinas, y lejos de des-aprobar don Carlos aquel paso, aceptó tan fácilmente el compromiso, que daba á en-tender haber tenido parte muy principal en la pro

Historia de la Villa y Corte de Madrid . acertó áechar mano para ministro en París de un genovés llamado don Jerónimo de Grimaldi,marqués del mismo título, y éste por último entró en negociaciones tan amistosas conel duque de Choiseul, que renunciando á su independencia, puede decirse que se some-tió enteramente á su voluntad. Propuso lo primero la unión marítima de las dos poten-cias, con el fin de asegurarse mutuamente sus posesiones ultramarinas, y lejos de des-aprobar don Carlos aquel paso, aceptó tan fácilmente el compromiso, que daba á en-tender haber tenido parte muy principal en la pro Stock Photo
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Historia de la Villa y Corte de Madrid . acertó áechar mano para ministro en París de un genovés llamado don Jerónimo de Grimaldi, marqués del mismo título, y éste por último entró en negociaciones tan amistosas conel duque de Choiseul, que renunciando á su independencia, puede decirse que se some-tió enteramente á su voluntad. Propuso lo primero la unión marítima de las dos poten-cias, con el fin de asegurarse mutuamente sus posesiones ultramarinas, y lejos de des-aprobar don Carlos aquel paso, aceptó tan fácilmente el compromiso, que daba á en-tender haber tenido parte muy principal en la proposición. Pero Grimaldi se adelantóá más, y queriendo lisonjear la voluntad que tenia bien conocida de su amo, - comollamaban al Rey sus representantes y ministros, propuso que se hiciera extensivaaquella unión á los mutuos intereses que las cortes de España y Francia tenían quedefender en la de Inglaterra. Fingióse disgustado don Carlos del empeño en que se le IIISTOHIA |)K .A ||j, A > COIVIK DK MADJUÜ.. J Celnanlil defoloírafia VJ DónoTí MadnS iiTiE m u ñummm. SEGUNDA PARTE, CAP. VII. 225 ponía, más por lo que dcscubria su recta intención, que por lo que la promesa signifi-caba; pero Choiseul se aprovechó de ella, declaró que ya era tiempo de proceder sinreserva alguna, y envió á Madrid un tratado tal como á sus designios convenia. Deleraiinábase en él que en adelante perniancccrian políticamente unidas dos na-ciones que debían estarlo siempre por la sangre y la naturaleza; que los enemigos deuna lo serian de otra, y que ambas se asegurarían reciprocamente sus posesiones. Fi-jábase el número de fuerzas, tanto marítimas como terrestres, con que cada una habiade contribuir en caso de guerra. Era esta obligatoria para la que no hubiera sido provo-cada, lo mismo que para la que en ella se hubiese comprometido, y no podía ningunade ambas tratar de paces sin conocimiento y aprobación de la otra. Para que los A-asa-llos participa

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