. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. M CAPITULO LXII En el torneo. NTRE las fiestas celebradas para solem-nizar la unión de los dos príncipes, fi-guró un torneo, en el que tomaron par-te los más nobles caballeros, verifica-do en la plaza pública y presidido porD.^ Isabel y D. Fernando, Hermosas damas ocupaban estra-dos levantados al efecto, y en uno de ellos veíase á doñaLeonor de Padilla, radiante de belleza y de lujo. D. Tomás al verla estremecióse, tomando parte igualen su natural emoción el amor y el odio. Había querido demasiado

. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. M CAPITULO LXII En el torneo. NTRE las fiestas celebradas para solem-nizar la unión de los dos príncipes, fi-guró un torneo, en el que tomaron par-te los más nobles caballeros, verifica-do en la plaza pública y presidido porD.^ Isabel y D. Fernando, Hermosas damas ocupaban estra-dos levantados al efecto, y en uno de ellos veíase á doñaLeonor de Padilla, radiante de belleza y de lujo. D. Tomás al verla estremecióse, tomando parte igualen su natural emoción el amor y el odio. Había querido demasiado

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. Isabel la Católica; ó, El corazón de una reina, novela histórica; ilustraciones de L. Labarta. M CAPITULO LXII En el torneo. NTRE las fiestas celebradas para solem-nizar la unión de los dos príncipes, fi-guró un torneo, en el que tomaron par-te los más nobles caballeros, verifica-do en la plaza pública y presidido porD.^ Isabel y D. Fernando, Hermosas damas ocupaban estra-dos levantados al efecto, y en uno de ellos veíase á doñaLeonor de Padilla, radiante de belleza y de lujo. D. Tomás al verla estremecióse, tomando parte igualen su natural emoción el amor y el odio. Había querido demasiado á aquella mujer para poder-la contemplar tranquilo, y por otia parte no podía olvi-dar al verla, que había atentado, por ambición, contra lavida de su hermano. Ella, coqueta y atrevida, sonrióle como si le invitara áacercarse, pero él no hizo caso de su sonrisa; y habiendovencido en una de las justas, fué á ofrecer el trofeo de su ISABEL LA CATÓLICA ^27 victoria á los pies de una dama desconocida, que llan^abala atención de todos por su lujo y hermosura. Era Zulima., D.^ Leonor mordióse los labio